Nuestras pequeñas vacaciones han sido por tierras gallegas (magnífica tierra ésta) y más concretamente a Santiago de Compostela.
Desde pequeña acostumbro a ir a Santiago de Compostela en año Santo Jacobeo, por eso este Xacobeo 2010 no podíamos faltar (es el primero que hacemos juntos). El próximo será dentro de 11 años y esperamos también ir.
Y ya que estamos… pues nos movemos un poquito y vemos algo de los alrededores. Uno de los sitos y parada obligada aunque ya lo conocíamos era Ogrove y lo que nos ocupará este post será su lonja. A nosotros nos impactó bastante.
La lonja es de acceso libre y gratuito a todo el que quiera entrar. Por esta razón van muchos turistas, los cuales se fijan en los productos que se ofrecen. Pero nosotros también nos fijamos en los procesos y en las personas.
Los pescadores salen a la mar a las 5 de la mañana y suelen llegar a puerto sobre las 2 de la tarde. En la lonja los pescadores venden sus capturas de ese día a partir las 5 de la tarde, por lo que tienen unas horas para descansar o bien para preparar concienzudamente lo que van a vender.
Los pescadores preparan sus capturas en lotes en cajas estándar de la propia lonja (podéis verlos en las fotos que adjuntamos dentro de las cajas blancas). La preparación de los lotes, aunque parezca mentira, será muy importante para la subasta. Por eso, los hombres suelen ser ayudados incluso por sus mujeres para preparar dichos lotes. De verdad, os decimos que preparar cada lote era un arte, pues los hacían y rehacían.
Cada lote se pesaba y se imprimía en un papel con código de barras, el peso, la especie, el pescador/vendedor,… sólo faltaba el comprador.
Los compradores miraban y remiraban los lotes. Paseaban y volvían a pasear hasta que comenzaba la primera subasta.
A nosotros nos impactó las caras y las emociones que trasmitían los pescadores. Cuando se vendía un lote a un buen precio, el pescador que los vendía mostraba cara de satisfacción e ilusión. Nosotros nos alegrábamos con él, porque su largo día de trabajo concluía satisfactoriamente.
Sin embargo, la subasta continuaba y las caras de otros pescadores cada vez eran más desilusionantes. El precio bajaba y la desilusión era mayor. Mucho era el trabajo realizado y mayor el sacrificio. Nos imaginamos lo que se les pasaba por la cabeza: ¿cubrirían los costes de aquella jornada?, ¿valía la pena tanto esfuerzo?
Todo su trabajo del día se valoraba en apenas unos segundos, que para algunos se alargaban muy a su pesar.
Tanto en agricultura como en ganadería y pesca, el trabajo del productor está poco valorado, ya que el dinero se lo suelen llevar los intermediarios. Pero sólo aquí todo tu trabajo, esfuerzo, ilusión, sabiduría y experiencia se pone precio en tan corto espacio de tiempo.
Ese día nos dimos cuenta que éramos unos privilegiados por vivir esta experiencia.